lunes, 15 de febrero de 2010

domingo, 14 de febrero de 2010

FOREVER NOW











Odiaba esa fecha en particular. ¡San Valentín! Si no tenía a nadie a su lado, era un día más. No como para su hermano, que a pesar de estar en medio de la gira y perdidos en la otra parte del mundo en un lujoso hotel, había conseguido una cita para esa noche.

Y no era un polvo rápido, como esos que solía echar cuando se subía a su habitación de hotel a una fan. No, esa noche iba a ser muy especial. Tenía reserva en un restaurante y luego la pensaba incluso llevar a bailar. Se lo estaba currando, a pesar de que tras esa noche no la volvería a ver.

Y eso era lo más raro, ¿para qué tanto trabajo? ¿Y qué le pasaba a la chica? ¿Le daba igual acostarse con un extraño? Aunque gracias a la fama que estaba cogiendo el grupo, eran más que conocidos. Pero él no pensaba lo mismo, quería que su primera vez fuera con alguien especial, que no fuera solo sexo sino amor verdadero....

-¡Bill!

El grito de su hermano le sacó de sus pensamientos. Parpadeó y miró a su alrededor. Se encontraban en el backstage, acababan de actuar en un programa especial que daban por San Valentín en el mismo París. La ciudad del amor, la llamaban... ¡que ridículo!

Él podía enamorarse incluso en la Patagonia, no tenía porque ir a un sitio determinado para hallar eso que tanto estaba buscando...

-Joder Bill, estás en babia...te pareces a Gustav-rió Tom dándole un codazo.

Miró a su hermano y le fulminó con la mirada. Y no fue el único, el batería del grupo gruñó y le mando a la mierda con un gesto de la mano.

-¿Qué quieres, pesado?-preguntó revolviéndose incómodo en su asiento.

Se le había sentado muy cerca, sentía su aliento rozarle el cuello...y miles de escalofríos que le recorrían el cuerpo...

-¿Tienes frío?-preguntó Tom al sentirle estremecer.

-No-murmuró Bill tratando de alejarse de él.

Pero Tom fue más rápido que él y antes de que se diera cuenta le había cogido una mano. La empezó a frotar entre las suyas para que entrara en calor.

-Estás temblando-notó Tom.

No le pudo contestar, solo morderse los labios que también le habían empezado a temblar. Se ponía muy nervioso cada vez que su hermano hacía eso. Un simple gesto que para él era de lo más normal...que hacía que le costara hasta respirar...

Soltó un gemido incontrolado que le hizo sonrojar de inmediato. Tiró de la mano y se soltó ante la mirada preocupada de su hermano.

-¿Te sientes bien?-preguntó Tom preocupado.

Asintió con al cabeza desviando la mirada mientras que se retorcía las manos, sintiendo en una de ellas el calor de su hermano.

-Estás de lo más raro....no sé si salir esta noche o mejor quedarme contigo por si acaso...-empezó a decir Tom.

-Me encuentro perfectamente bien-se apresuró a aclarar Bill-Y no puedes dejar plantada a esa chica solo porque creas que no me siento bien…

-Claro que puedo-dijo Tom con firmeza-Tú estás primero y una chica jamás se pondrá en medio.

Bill le miró sintiendo que los ojos se le llenaban de lágrimas. Esa era una declaración en toda regla, o al menos eso le parecía a él... ¡qué bobada! Su hermano solo se preocupaba porque era su obligación, no porque sintiera algo por él...

Carraspeó y se puso en pie disimulando, cogiendo aire con fuerza para luego soltarlo en un suspiro prolongado.

-En serio, que no me pasa nada-logró decir tragándose las lágrimas-Estoy cansado, solo es eso.

A Tom no le quedó más remedio que aceptar sus palabras. Llevaban toda la semana de arriba abajo, metidos casi todo el día en el autobús yendo de ciudad en ciudad. No sabía como había sacado las fuerzas necesarias para pedir una cita en toda regla a la preciosa chica que vio desde la ventana del hotel. Fue verla y bajar volando, por así decirlo.

Habló con David que se encontraba en el hall del hotel en el que se hospedaban y él se al trajo. Se la llevó al bar del hotel para no llamar más la atención y quedaron en verse esa noche en la puerta del hotel. Le explicó que le gustaría celebrar el día de San Valentín con alguien especial y la chica aceptó al momento, sabiendo que la cosa terminaría en su cama pasadas unas horas...

-Te iba a pedir un favor, pero si estás tan cansado...-empezó a decir Tom.

-Pídeme lo que sea, sabes que a ti nunca te diría que no-se apresuró a decir Bill.

Tom sonrió y se levantó también. Era una cosa muy personal y no quería que lo escucharan sus compañeros. Gustav estaba con la mosca tras la oreja y no les quitaba los ojos de encima, tratando de pillar algo de la conversación que estaban manteniendo.

Georg por otro lado....estaba como siempre comiendo...

Tomó del codo a su hermano y se lo llevó a un rincón apartado.

-Es que...me da cosa pedírtelo, pero no puedo recurrir a nadie más-explicó Tom en voz baja.

Bill se le quedó mirando conteniendo el aliento, esperando a que le dijera algo más...

-Verás, he cogido una rosa para regalársela a esa chica con la que he quedado, y me gustaría que le escribieras una nota-pidió Tom casi suplicando.

-¿Una nota?-repitió Bill decepcionado.

-Pues sí, a ti se te da muy bien escribir, mostrar esos sentimientos que yo no puedo-murmuró Tom-Pero si me dices que no, lo entenderé...ya veré que me invento...

-Déjalo, te escribiré la nota-dijo Bill resoplando-Cuando lleguemos al hotel me encierro en la habitación y no salgo hasta que haya dado con las palabras adecuadas.

-¡Muchas gracias!-exclamó Tom sonriendo-Sabía que podía contar contigo.

Antes de que Bill se diera cuenta, su hermano le había abrazado con fuerza le besaba con toda naturalidad en la mejilla. Casi se cayó cuando le soltó...le vio empezar a dar saltitos por el backstage mientras reía y aplaudía ante la interrogativa mirada de Gustav y la indeferencia de Georg.

Sonrió al tiempo que se llevaba la mano a la mejilla y suspiraba. Su hermano le había besado...a escasos centímetros de los labios...

La voz de David le sacó de sus locos pensamientos. Un coche les esperaba a la salida con el motor en marcha. Recogieron sus cosas y se subieron a el rumbo al hotel.



Tenían la noche libre, había una fiesta pero nadie estaba con ganas de acudir a ella. Solo Tom había hecho planes y tenía una hora escasa para darse una ducha rápida y ponerse sus mejores galas.

Mientras, en la habitación de al lado Bill se devanaba el cerebro tratando de dar con las palabras adecuadas. No tendría porque serle tan difícil, solo serían unas frases tontas, la mejor manera de decirla a la chica que había escogido su hermano que tras la cena y el baile le iba a hacer el amor como a una perra en celo...

Vale, esas no eran precisamente las palabras adecuadas...

Pero no podía evitar odiarla, iba a tener la oportunidad de probar no solo los labios de su hermano, si no de compartir su cama y amarse bajo las sábanas...



Media hora después seguía en blanco. Tumbado boca abajo en la cama repasaba las notas que había tomado en la libreta que usaba para apuntar las canciones que se le ocurrían en un momento dado. Pero ninguna de las frases que había escrito le servirían a su hermano, se le habían ocurrido mientras pensaba en que estaba haciendo con su vida.

No podía pasarse otros 20 años suspirando por su hermano, debía aceptar que lo suyo era imposible y pasar página...o al menos intentarlo.

Se acomodó mejor en la cama y releyó su libreta en voz baja suspirando...

-"Olvídame tú, que yo no puedo"..."¿Por qué llorar por algo que nunca he tenido?"..."Odio quererte tanto, y que esto me haga tanto daño"...

Maldijo por lo alto y arrancando con furia la hoja de su libreta la hizo una bola y tiró al aire sin ver donde caía. Entonces escuchó que llamaban a la puerta y se levantó de la cama con pereza. Pasó por delante de un espejo y tardó un minuto en tratar de acomodar su rebelde pelo. Había estado dando vueltas y lo tenía todo despeinado.

Resopló por lo bajo, llevaba ya muy larga su melena. Quizás debería cortárselo un poco...volver a los orígenes, el pelo encrespado y un mechó tapándole una ceja...se lo pensaría, en esos momentos solo quería regresar a la cama y despertarse cuando ya fuera...navidad, por lo menos...

Abrió la puerta quedándose de piedra al ver a su hermano. Estaba realmente guapo, vestido todo de negro. Hacía tiempo que ya no usaba esas anchas sudaderas, en esos momentos vestía una camiseta de manga larga negra, pantalones del mismo color y playeras. Llevaba un abrigo tres cuarto de lana gris con los cuellos negros, y un pañuelo negro ocultaba sus nuevas trenzas morenas.

No pudo evitar echarle un buen repaso de arriba abajo suspirando... Sin pasar por alto la rosa roja que llevaba en una mano…

-¿Qué? ¿Estoy o no estoy guapo?-preguntó Tom sonriendo para "placer" de su hermano.

Bill asintió de inmediato, era imposible decir que iba hecho un adefesio. Desde que sacaron a la venta su disco nuevo, todos habían cambiado el estilo de vestir. Casi le dio un infarto cuando un buen día su hermano le pidió que le acompañara a la peluquería. Quería renovar su peinado, y él le sugirió que se tiñera también de moreno.

Lo que no se imaginaba era que desaparecían sus largas rastas, cambiándolas por esas trencitas que en esos momentos llevaba, y que tan bien le quedaban....

-Joder Bill, me estás volviendo a preocupar-saltó Tom sacándole de sus pensamientos-Te quedas en silencio con la mirada perdida... ¿te has dado un golpe o algo?

Sacudió la cabeza negando mientras pensaba en una buena excusa, que no fuera "todo esto es culpa tuya, por mirarme de esa manera, por besarme en la mejilla...por hacer que piense en ti como no debiera..."

-Eh....llevo media hora tratando de redactar tu nota, estoy algo atontado-musitó forzando una sonrisa.

-¡La nota! ¿La has terminado?-preguntó Tom muy ansioso.

-Verás...me he puesto pero no me ha salido nada, lo siento-le dijo la verdad.

-¿No te ha salido nada?-repitió Tom extrañado.

Se quedó mirando a su hermano de arriba abajo frunciendo el ceño. Se le veía muy cansado y con el pelo alborotado. Era culpa suya, le tendría que haber dejado descansar en vez de encargarle esa tonta tarea que podría hacer él con los ojos cerrados.

-No pasa nada, de verdad-dijo cogiendo a su hermano del brazo-Se te ve cansado, lo mejor es que te vas a la cama. Mañana te cuento que tal lo he pasado.

Bill se dejó llevar suspirando. Si, encima se lo iba a restregar por la cara...

-Venga, ponte el pijama mientras te abro la cama-empezó a decir Tom soltándolo.

Rodeó la cama y se inclinó a recoger del suelo una bola de papel. Podía ver la letra de su hermano y eso fue lo que le hizo abrirla y leerla en voz alta.

-"Olvídame tú, que yo no puedo..."

-¡Tom!-gritó Bill al escucharlo-Eso es personal, dámelo.

Pero para cuando quiso llegar a su lado, Tom ya había leído del todo la nota y le miraba extrañado.

-¿De quién estás enamorado?-preguntó con un hilo de voz.

Bill se le quedó mirando mordiéndose los labios. Tenia que inventarse una buena excusa, y rápida.

-¿Yo? ¡De nadie! Solo eran ideas para unas canciones, nada más-susurró sonrojándose sin poder evitarlo.

-No sé yo sin creerte, llevas unos días de lo más raro...

-Haz lo que te dé la gana, yo me marcho-cortó Bill dando media vuelta.

-¿Qué te vas? ¿A dónde?-preguntó Tom saliendo tras él.

-Donde sea, es San Valentín y David habló de una fiesta. Iré a pasármelo bien yo solo-dijo sin mucha convicción.

Salió al pasillo con su hermano pegado a los talones. Caminó con rapidez mientras sentía que los ojos se le llenaban de lágrimas. Debía ser fuerte, aguantar unos minutos más y en cuanto hubiera dado esquinazo a su hermano podría romper a llorar con libertad.

Por suerte, el ascensor estaba en su planta y entró en el pulsando el botón del hall. Antes de que se cerrasen las puertas, su hermano se coló y le arrinconó.

-Tú no vas a ningún lado-dijo Tom con firmeza.

-Porque tú lo digas-se encaró Bill.

-Mírate, despeinado, sin cazadora, móvil o cartera-señaló Tom.

Maldijo por lo bajo, no se le escapaba ni una a su hermano.

-Estoy perfecto, no hace frío y ya me invitaran a algo-contestó mirándole desafiantemente.

Pero Tom no se lo tragó, no pensaba salir del ascensor sin averiguar que demonios el pasaba a su hermano. Tenía que pensar con rapidez, estaban a punto de llegar al hall del hotel y una vez allí no le podría retener.

No se lo pensó dos veces, y alzando una mano pulsó el stop. Al momento el ascensor se paró entre dos plantas y la luz se apagó.

-¿Eres idiota o qué?-gritó Bill dándole un empujón.

Llegó hasta el mando del ascensor y pulsó el botón de la planta baja una y otra vez sin obtener ningún resultado. Estaban atrapados...

-Estarás contento, ahora a saber cuando demonios nos sacan de aquí-gritó de nuevo Bill.

-Mientras tanto, podremos hablar un rato-dijo Tom con firmeza.

Le vio negar con la cabeza, pero eso no le iba a detener. Dio un paso al frente obligándole a retroceder hasta que su espalda dio con la pared. Puso ambas manos a los lados de su cabeza y se inclinó sobre él.

-Dime que te pasa-exigió.

-No-se negó en rotundo Bill.

Tom resopló, echándole el aliento sin poder evitarlo, haciendo que un mechón de su rebelde pelo volara hasta su cara y le hiciera cosquillas en la nariz. Aspiró hondo sin poder evitarlo, sonriendo cuando le llegó el aroma del champú que usaba su hermano.

-Que bien hueles-murmuró sin poder evitarlo.

Bill sintió que se le paralizaba el corazón. Trataba de no respirar, teniendo tan cerca los labios de su hermano, a escasos centímetros de los suyos, su imaginación ya volaba y se los imaginaba recorriéndole el cuello hacia arriba, dejando tras de si un rastro de húmedos besos hasta que encontraran sus labios y empezara a besarlo suspirando...

-Dímelo, por favor-insistió en voz baja Tom a la vez que se le acercaba.

No podía pensar con claridad, le tenía cada vez más cerca…sentía su aliento rozarle los labios y hacer que su mente le jugara una mala pasada, imaginándoselos a los dos ya haciendo el amor bajo las sábanas…

-Esto…esto es ridículo-murmuró desviando la mirada.

Peor Tom no se lo permitió, puso un dedo bajo su barbilla y le hico alzar la cara mientras se le acercaba…

Bill le veía acercarse y su único pensamiento “coherente” era que l iba a dar un beso en los labios…pero resopló resignado cuando su hermano pasó d largo y se le acercó al oído todo lo que pudo.

-Ahora estamos solo y no nos oye nada…dímelo bien bajito…-le susurró Tom al oído.

-¿Lo qué?-susurró Bill a su vez.

-Tu más profundo secreto….dime a quien amas en secreto-susurró Tom de nuevo.

Bill asintió con la cabeza y cerró los ojos. Cogió aire profundamente y lo soltó en un hondo gemido.

-A ti…-dijo muy bajito.

Tom se puso tenso de inmediato. No se esperaba para nada esa respuesta de su hermano. Ladeó la cara y se le quedó mirando con la frente arrugada, tal vez estaba bromeando para que le soltara…

-¿Cómo dices?-preguntó esbozando una dulce sonrisa.

Bill cogió aire de nuevo, a veces no le salían las palabras adecuadas y era necesario recurrir a un simple gesto…como un beso…

Levantó las manos que hasta entonces había mantenido bien pegadas al cuerpo y tomó entre ellas las mejillas de su hermano, acercándole a sus labios y besándole con suavidad en los suyos.

Tom se separó de inmediato y se le quedó mirando pasándose el dorso de la mano por los labios. Bajó la mirada mientras trataba de pensar en algo, viendo el suelo y toda ajada la rosa que en algún momento se le había caído de las manos.

Se inclinó a por ella pensando que nada más salir de allí iría directa a una papelera, no estaba ya para regalársela a esa chica que había escogido para pasar esa noche tan especial.

-¿T-tom…?-llamó Bill en un susurro.

-Pronto nos sacarán de aquí-dijo Tom como si no hubiera pasado nada-Tú podrás subirte a dormir y yo pasaré una velada agradable con una chica muy guapa.

-Lo he estropeado todo, ¿verdad?-preguntó Bill rompiendo a llorar.

Tom maldijo por lo bajo, odiaba ver llorar a su hermano…más si él se lo había provocado. Mandó al infierno la confusión que sentía en esos momentos y se apresuró a estrecharle en sus brazos y consolarlo.

-No llores Bill, no ha pasado nada-susurró besándole el pelo.

-Te he besado….porque me preguntaste a quien amaba en secreto…eres tú y no puedo evitarlo…siento mucho ser tan malo…-sollozó Bill enterrando la cara en el cuello de su hermano.

Tom le estrechó con más fuerza en sus brazos mientras le pasaba las manos por la espalda, sintiendo como su cuerpo se estremecía por los sollozos incontrolados. Cerró los ojos y aspiró hondo, respirando el dulce aroma de su hermano…

¡Claro que no era malo! Era lo mejor que le había pasado, tenerle como hermano, como su otra mitad…su alma gemela… ¿por qué les torturaba el destino de esa manera? Su hermano solo buscaba alguien especial con el que pasar el resto de su vida, y tenía que ser precisamente él.

Pero eso no podía ser, eran hermanos y estaba prohibido…pero entonces, ¿por qué sentía en sus labios aún el sabor de su hermano? ¿Por qué se relamía y suspiraba deseando volver a ser besado?

“Por que yo también te amo”-se contestó a si mismo suspirando.

Abrió los ojos y esbozó una sonrisa. Se separó lo necesario para hacer que levantara la cara su hermano y entonces fue él quien se apoderó de sus labios.

-¿Qué…?-logró susurra Bill tras el breve beso.

-Te amo-contestó Tom suspirando.

-No tienes porque hacerlo para que deje de llorar…tranquilo, se me pasará y nunca más te volveré a molestar-dijo Bill tratando de alejarse.

Pero Tom no se lo permitió, caminó con él y le volvió a acorralar contra la pared del ascensor. Se le volvió a acercar hasta echarle su cálido aliento en sus labios que su hermano respiró sin poder evitarlo.

-¿No me sientes…cuando respiras?-preguntó Tom susurrando.

Le vio asentir con los ojos cerrados, y aprovechó para volver a besarlo en los labios…

-¿No me sientes cuando no hay nadie….aquí, en tus brazos?-siguió preguntando.

Bill soltó un sollozo descontrolado y Tom volvió a besarlo, esa vez más profundamente. Le hizo abrir los ojos y aferrarse a su cuerpo mientras sus lenguas se frotaban y el ascensor se llenó enseguida de sus gemidos y jadeos….


Media hora más tarde eran rescatados por los empleados del hotel. David estaba con ellos y les miraba con gesto preocupado.

-Menudo susto me habéis dado-los riñó sin poderse contener.

-El ascensor se paró de repente, no fue culpa nuestra-mintió Tom con todo descaro.

-Lo sé…lo sé…lo siento, pero estaba ya de los nervios-se disculpó David.

-Más lo ha de sentir Tom-intervino Gustav, de pies al lado del productor-La chica con la que había quedado se cansó de esperar y se aprovechó Georg, dijo que estaría mal dejarla tirada en una noche tan especial y desperdiciar la reserva del restaurante.

-Pues que le aproveche-murmuró Tom encogiéndose de hombros.

-Te has quedado sin celebrar San Valentín-siguió picando Gustav.

-No hace falta esperar a una fecha especial para pasar una agradable velada, y créeme…esta noche si que ha sido especial-dijo Tom guiñando un ojo a su callado hermano.


David y Gustav se miraron sin entender, pero ninguno de los hermanos les dio una explicación. Entraron en el ascensor los cuatro y subieron a la planta en donde estaban sus habitaciones. Cada uno se dirigió a la suya y Tom le deseo buenas noches a su hermano antes de entrar y cerrar la puerta.

Bill suspiró resignado y le imitó. Cerró él también la puerta y se dispuso a meterse en la cama y soñar con lo que había pasado esa noche, esos besos robados que se habían dado estando encerrados….



Llevaba ya unos minutos acostado cuando escuchó que llamaban a la puerta. Se levantó con pesadez mientras que se acomodaba el pantalón de pijama que llevaba y la camiseta que usaba para dormir.

Abrió la puerta y se extrañó al no ver a nadie. Iba a cerrar cuando algo en el suelo llamó su atención y se inclinó a recogerlo. Entró de nuevo en su habitación y se sentó en al cama mientras dejaba sobre su regazo una rosa roja algo espachurrada y leía la nota que llevaba….

Suspiró al tiempo que le bajaba una lágrima por la mejilla. Se llevó la rosa ala nariz y aspiró muy hondo a la vez que sonreía. Se tumbó en la cama de espaldas y se quedó dormido pensando en esas palabras que su hermano le dedicaba…

“No puedo olvidarte…no llores porque ya me tienes…no odies quererme tanto, porque yo también te amo…”